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Palais de Tokyo

El centro de arte contemporáneo más grande de Europa

Tras firmar una colaboración en 2018 con Frieze, la feria de arte contemporáneo de referencia con cuatro plataformas activas, Richard Mille demuestra estar más comprometido que nunca con la creación. Este compromiso sigue la misma tónica de las colaboraciones con el coreógrafo Benjamin Millepied, el artista urbano Kongo o la adquisición de Éditions Cercle d’Art, una editorial creada por iniciativa de Picasso.

Richard Mille se fundó en 2001 con la intención de romper los códigos existentes del universo de la alta relojería. Ostentando una artesanía sublime y unos estrictos estándares, al mismo tiempo que adoptaba una modernidad prácticamente minimalista, Richard Mille logró superar los prejuicios e inventar diseños inéditos. Proponiendo modelos que desafiaban algunos aspectos de la relojería tradicional, su pasión se vio correspondida por una clientela exigente, como deportistas de alto nivel o mujeres maravilladas por sus creaciones. Un espíritu independiente y la tecnicidad puntera de la producción suiza catapultaron a la marca a la vanguardia del universo selecto y exclusivo de la alta relojería.

Esta colaboración de tres años, inédita para el Palais de Tokyo, puede parecer ahora una obviedad. Comprometiéndose a promover la actividad de este espacio prestigioso e innovador durante un periodo tan prolongado, Richard Mille pretende contribuir a avivar la llama del arte en la capital francesa.

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En el Palais de Tokyo se defiende de manera generalizada la idea de que «la perturbación y la invención van de la mano y, curiosamente, cuando se habla de arte, requieren una gran precisión. Los artistas tratan de llevar a cabo sus investigaciones con la máxima precisión en un mundo, en cierto modo, sofocante inventando nuevos códigos y abriendo paso a nuevos horizontes. A menudo, para hallar esos nuevos horizontes, deben alejarse de la influencia de las costumbres de su entorno».

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El Palais de Tokyo, un espacio inusual en París, no es un museo, puesto que no cuenta con ninguna colección. Se trata más bien de un centro de arte contemporáneo, una plataforma experimental llena de vida y consagrada a la creación más actual, principalmente de la mano de artistas franceses y europeos. Abierto desde 2002, el Palais de Tokyo siempre ha buscado cambiar las reglas, por ejemplo, abriendo en horarios completamente distintos a los de las instituciones culturales convencionales de París o dando cabida a disciplinas como el baile, el cine o la creación audiovisual, entre otros. A lo largo de sus quince años de historia, el Palais de Tokyo ha cosechado una excelente reputación internacional mediante la organización de importantes exposiciones y haciendo gala de un espíritu independiente que le permite escuchar a su extenso público (alrededor de 640 000 visitantes al año).

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Las enormes galerías del Palais de Tokyo, de 22 000 m2, son el escenario de diversas exposiciones dedicadas a honrar la memoria de artistas emblemáticos —como la exposición sobre la obra de Julio Le Parc de 2012— o a dar a las nuevas generaciones de artistas, como Camille Henrot, Jean-Jacques Lebel y Kader Attia o Neil Beloufa, la oportunidad de expresarse a gran escala. De este modo, la institución se reivindica como un actor activo y de primer nivel dentro del panorama cultural francés.

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